Abre tu corazón
Somos Raquel Solas y Estibaliz Larrea, dos chicas de España a las que desde siempre nos había llamado mucho la atención trabajar en voluntariado; ayudar a aquellos que lo necesitan, compartir nuestros conocimientos con ellos y sobre todo, aprender de las diferentes experiencias vividas con personas de otra parte del mundo.
Con apenas 20 años, podríamos decir que hemos hecho realidad, lo que tantas y tantas veces pensamos como un imposible. En el verano del 2014, gracias a las Hermanas Carmelitas Misioneras, tuvimos el placer de participar en un programa de voluntariado en la India (Gujarat), al oeste de India. Allí conocimos a varias Hermanas pertenecientes a esta orden; entre ellas las hermanas Mini, Marsiana, Regina, Mary Kutty, Santa Ana y Natividad, española como nosotras, aunque de origen vallisoletano, que tuvo una gran relevancia en nuestra permanencia en Gujarat.
Desde el primer momento que nos acogieron nos hicieron sentir como en casa y ser partícipes de sus quehaceres día a día. Esto unido a las muestras de cariño hacia nosotras y a la confianza depositada, aún sin conocernos, nos hicieron sentir útiles al mismo tiempo que nos enseñaron a sacar el mayor provecho de los pequeños momentos de la vida, y sobre todo, a experimentar el placer que se siente al ser útil a los demás, ayudándoles.En Gujarat nos alojamos en un recinto donde se encontraba la casa de las Hermanas, la capilla, el dispensario -que estaba así mismo dirigido por una hermana- y el boarding o internado, donde vivían 200 niñas de entre 10 y 16 años.Lo que normalmente hacíamos es lo siguiente: por la mañana, tras asistir a misa impartíamos clases de inglés a un grupo de niñas (entre 25 y 20) a las que llegamos a coger un gran cariño. Después, como estudiantes sanitarias, ayudábamos a La Hermanita Mini en el dispensario y la sala de fisioterapia (lo que para nosotras fue un gran descubrimiento y aprendizaje de las diferentes enfermedades propias del país, y ver cómo con tan pocos medios se pueden hacer tantas cosas). Para acabar el día, dábamos clases de español al Padre Praveen, con el que hicimos una gran amistad.
No cabe duda que nosotras pusimos, en todo momento, nuestro mayor empeño para colaborar con las hermanas y ayudar en todo lo que pudimos, pero también es muy importante mencionar lo agradecidas que estamos por el trato recibido no solo por parte de las Hermanas de la Misión y por el padre Praveen, sino por parte de las niñas que en todo momento nos deleitaban con sus sonrisas y su alegría.Unido a esto, vamos a contar una anécdota. El primer día de clase, que fue nuestra presentación en el aula, al llegar nosotras, se pusieron de pié y nos recibieron con unos cánticos de bienvenida, típicos de su país y posteriormente, vinieron dos niñas y nos entregaron un ramo de flores. En nuestra opinión, fue el momento más impactante, entre otros muchos que nos tocó vivir.
Aparte de nuestras clases de inglés y dispensario, colaboramos en todo lo que pudimos, por su parte sin ninguna exigencia. Además, como una de nuestras aficiones es dibujar y pintar, pintamos varios manteles que se pondrían posteriormente en el altar en celebraciones especiales.Por su parte y como anteriormente hemos citado, trataron de que tuviéramos contacto no solamente con la Misión, sino con los alrededores. Conocimos el mercado de la zona, donde entramos en contacto con la realidad del país y su pobreza, dándonos cuenta de la gran labor social que realizan Las Hermanas Carmelitas Misioneras en la enseñanza alimentación y educación de esas niñas, que a menudo no tienen familia y crecen gracias a la ayuda de las donaciones y de ese colectivo de Hermanas que hacen posible llevar a cabo todo ello.
En resumen, fue un mes intenso, lleno de emociones y sobre todo, aprendizaje; pero como en todos los viajes llegó la hora de partir; dejando atrás una de las experiencias más enriquecedoras de nuestras vidas.A decir verdad, esta magnífica experiencia nos ha abierto los ojos y nos ha hecho reflexionar y valorar todo lo que tenemos a nuestro alrededor. Estamos tan contentas de lo vivido que, esperamos repetirla, bien en India, bien en otras de las muchas misiones que en diferentes partes del mundo tienen las Hermanas Carmelitas.Solamente nos queda decir GRACIAS POR TODO.
Raquel y Estíbaliz
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