
Mary Luz Arizaga
Me jubilo en Septiembre, y ¿ahora? Enseguida veo que no puedo quedarme de brazos cruzados, total cuatro cositas que venía haciendo, (voluntariado en hospital, acompañamientos, reuniones, cursillos…) Me encuentro con mucha vida dentro de mí, mucha fuerza, necesito hacer más.
Doy vueltas a la cabeza, pienso y pienso, sí, todo eso sí, pero con todo ello hago discernimiento y en el mes de enero llamo a las puertas de las Carmelitas Misioneras. Primera posibilidad: la India. ¡Me hubiera encantado! Pero hay que contar con las posibilidades de cada una, y el idioma es un factor muy importante. El 23 de agosto estoy en Guinea después de vueltas y revueltas con los visados, las vacunas y demás requisitos burocráticos.
Ya han pasado, algunos meses, y para empezar la salud me responde, a Dios gracias. El clima es muy pesado, hace calor, pero lo que más molesta es la humedad. Voy con una especie de pañoleta al hombro para secarme, la cara, el cuello, los brazos…. hoy ya nos hemos acostumbrado, yo a admitir mis sudores y los demás a verme con mi trapo colgando. También los mosquitos que se dieron más de un banquete a mi costa, parece que nos vamos familiarizando.
En Luba, donde me encuentro, las Carmelitas Misioneras tienen un colegio y yo apoyo a la profesora de preescolar, con 38 niños de tres años. El colegio está en una zona muy deprimida de Malabo, es un asentamiento donde se sobrevive a falta de lo más imprescindible, donde se amontona la basura, sus “viviendas” a base de chapas, o tablones, donde casi todos los día el olor ambiental es irrespirable….etc., etc., etc. Los niños que acuden al centro son preferentemente del entorno, niños que carecen de… ¡tantas cosas!
Al principio nos costó, parece mentira que siendo el mismo idioma, suene tan diferente, y el color de la piel, tan distinta… pero ese primer momento duró muy poco tiempo, poco a poco la “señora Malilus” se ha ido haciendo a ellos y ellos a la señora. Me persiguen, y a mí me encanta, les gusta que les coja, les abrace, les diga lo bonitos que están, lo bien que hacen las cosas,… no me canso de abrazar y abrazar y de que me abracen.
En la parroquia doy catequesis a los niños de primera comunión.
Las tardes son relajadas. Se hace de noche rápidamente y la noche es noche de verdad, no se ve nada, no hay iluminación ambiental. A partir de las 6,30 tienes que ir con linterna.
Todos los días encuentro algún motivo para irme a mi casa, pero todos los días, tengo como mínimo 38 motivos para quedarme, y son estos niños los que con sus miradas, sus caritas confiadas, su inocencia, los malos tratos de muchos, las carencias de casi todos, sus vidas tan duras, en esas condiciones….., ya sé que si no estoy no pasa nada, van a seguir estando y viviendo sus realidades, pero me llenan de tanta vida sus caritas cuando les abrazas…. cuando les dices lo bien que ha pintado……. lo guapo que está……
Todos los días tengo motivos para agradecer a Dios y a las Carmelitas Misioneras esta oportunidad.
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