
La solidaridad no tiene época, ni circunstancias
A todos nos ha descolocado esta pandemia. A todos nos ha removido y nos ha cambiado la vida. Todos hemos tenido que sacar de allí, de donde muchos no sabíamos ni que lo teníamos, estrategias y fuerzas interiores que en silencio fuimos construyendo a lo largo de nuestra vida. Para los creyentes la fe y la esperanza se han constituido como nuestras columnas. Y la que no puede faltar, y empapa todo es, la caridad, la entrega, el ágape, la ayuda, la SOLIDARIDAD, tiene tantos nombres y nos está dejando tantas historias bonitas.
Yo también quiero contaros dos historias. No les van a dar el premio «PLUS ULTRA», ni tampoco el PRINCIPE DE ASTURIAS muy bien dado al cuerpo sanitario. Son vidas normalitas, de nuestros vecinos, en este caso vecinas.
Una de ellas quiere permanecer en el anonimato y se lo respetamos, vamos a llamarla Clara, me gusta este nombre. Ella está desde el principio de la pandemia en una residencia de mayores. Se fue a vivir con ellos 24 horas al día, siete días a la semana. No, ella no es sanitaria. Trabaja en la pastoral en una diócesis española. Alguien que como tantos, solamente ha puesto su granito de arena. Se contagió y tuvo que hacer la cuarentena pero ya está de nuevo en su trabajo. Ella, y sus anticuerpos. Hay un antes y un después tras esta experiencia que la ha marcado.
La otra vecina se llama Susana, es una madre de familia, de lo más normal que siempre está metida en cualquier lío de esos líos de los que habla el Papa Francisco, mojándose por los demás. Es una mujer imparable que ha revuelto a nuestro barrio y desde nuestro confinamiento se han abierto fronteras hasta los barrios vecinos. «Metió en el lío» a medio Perales por lo menos y su ayuda comenzó por las Residencias que no tenían nada de material para afrontar lo que venía, lo que ha venido.
Indudablemente, mucho mejor que os cuenten ellas.
GRACIAS a las dos por compartirnos VIDA, vuestra VIDA.
Mª Victoria (Charo) Alonso


0 comentarios