

Joana y María son dos jóvenes portuguesas estudiantes de medicina, en el verano de 2019 han estado en la India.
Desde siempre la India nos ha fascinado. Como alumnas de Medicina, nosotras sabíamos que en el final del curso habría una práctica clínica fuera de Portugal y, después de conocer a Prokarde por una amiga, fue como si se juntasen las piezas del puzle, tenia de haber sentido! Nosotras teníamos experiencia de voluntariado desde hace muchos años; hicimos prácticas en muchos sitios, y hemos viajado por muchos países. Pero, nada de eso nos ha preparado para lo que la India nos tenía reservado.
Cuando salíamos de Portugal, sabíamos muy poco o casi nada sobre el trabajo, local y cómo íbamos a vivir este mes. Después de todo, ¡la sorpresa es parte de la misión! Teníamos de arriesgar y confiar que todo saldría bien, y así fue!
Decir que estábamos fuera de nuestra zona de confor era un eufemismo. Después de más de 24 horas de viaje en un tren indiano por la India rural (con todo lo que implica), aferrándonos a mapas online, esperando acertar con el tren indicado, eran 1 de la mañana cuando llegamos a la estación más cercana a Dediapada. Allí nos recibió el abrazo más cálido del mundo, era una hermana Carmelita Misionera. Desde ese momento ¡supimos que todo iba salir bien! Quedaban tres horas de viaje de coche en una noche de tempestad de Julio (uno de los peores meses del monzón) hasta que llegamos a la misión de las Carmelitas Misioneras de Dediapada.
Los primeros días fueran muy curiosos. Las Carmelitas de Dediapada dirigen el colegio e internado de las chicas de la región, de los 3 hasta los 17 años, donde duermen unas 500 chicas. Todas nos miraban con una mezcla de admiración, miedo y curiosidad.
Miradas que pudimos experimentar continuaron a lo largo de nuestra estancia.
Fuimos muy, muy bien recibidas por las hermanas, por las trabajadoras de la escuela, sacerdotes, por las empleadas y enfermos del dispensario. Sin embargo, tuvimos dificultades de integración. Más allá de la barrera del idioma que era enorme y muy limitadora (en la India rural nadie habla inglés), nos sentimos impotentes como estudiantes de medicina por la barrera de comunicación, por no conocer la cultura y las costumbres, muy diferentes de las nuestras.

Trabajando diariamente en el dispensario, al lado de las hermanas y de las empleadas que mucho hacían con casi nada, nosotras aprendimos el verdadero significado de las palabras servicio, espíritu de sacrificio y compasión. Ahí es cuando percibimos que nos encantara estar donde muy poca gente está, ser doctoras y hacer medicina donde realmente es necesario.
Es casi imposible describir el día a día en la India. Nosotras nos enfrentamos al papel de misioneras sin miedo y hacíamos lo que fuera necesario, procurando cuidados en el dispensario, ayudando con la medicación, ayudando en la cocina y en la preparación de las comidas de las chicas. Fuimos con las hermanas y sacerdotes a celebrar la misa en los pueblos más remotos y nos encantaba poder coexistir con la gente de allí.
Dediapada es una comunidad realmente inspiradora, así como cada una de las hermanas que dedican su vida al proyecto de la misión.
Estaremos por siempre agradecidas por las enseñanzas de cada una de las personas con las que nos encontramos, donde toda la pobreza y falta de recursos nunca fue impedimento para la gran preocupación y dedicación por los demás.
Danya Vad, muchas gracias!
Joana y María
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