

“Padre, no se haga mi voluntad sino la tuya” Lc 22, 42 … un corazón se dio, se da y se dará para siempre…
Amanece el día de Santa Marta, la amiga “hacendosa” de Jesús, y el Maestro llama a la puerta de la casa de Hna. Teresa Conde: Hoy, vienes tú a mi casa le dice. Y Teresa, como tantas veces a lo largo de su vida, le dice: Yo quería recibirte en la India, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se fue con Él.
Hna. M Teresa nació en Toledo el 22 de septiembre de 1931. Ingresó en el Carmelo Misionero el día 24 de agosto de 1952 e hizo su primera profesión el 2 de marzo de 1954 en Pamplona.
La juventud la pasó en España: Pamplona, San Sebastián, Miño (Coruña), Deba y Villafranca de Oria (Gipuzkoa), Lesaka (Navarra), y Burgos. Siempre dedicada a la educación de las niñas, siempre sonriendo, siempre con un gran corazón de madre que acaricia y exige. Pero por sus venas y su espíritu corría savia misionera y en el año 1969 se embarcaba hacia la India. Cincuenta y tres años en la India, todos ellos en el Gujarat (Dediapada, Umarpada, Junagadh, Sagbara, Relva, su comunidad actual). Un par de años en Mumbai y un año de renovación en Roma fueron sus “descansos” en todos estos años.
Un poco de todo, educación, sanidad, costurera, un poquito, muy poquito, cocinera,… Su gran pasión era la promoción de la mujer, que esas niñas llegaran a ser personas libres, cristianas, entregadas a los demás. En sus viajes a España contagió el fuego de su misión a muchas personas de toda la geografía hispana. Llovían los padrinos y madrinas para las niñas, para las estudiantes universitarias, para la formación de nuevas vocaciones de Carmelitas Misioneras que siguieran en el empeño de trabajar con los más pobres, con los que nadie ve: y siempre y sobre todo, la mujer, la mujer liberada, humanizada ya sea en la India, en el colegio de Miño, en la Protección de Menores de Burgos,…

Pero no, no sólo era Marta, Teresa hacía muchas horas de capilla, tenía una gran confianza y amor en Aquel que la había llamado y la sostenía cada día. “No te olvides de rezar por mí”, repetía constantemente, lo necesito mucho, sólo quiero hacer su voluntad, pero este carácter mío… y se reía, porque Teresa, sabiamente, sabía reírse de sí misma, sabedora de estar en las mejores manos, en las manos de Dios. De ella manaba una atracción especial para niños y mayores: las niñas adivasis de los internados, el alumnado y personal de nuestros colegios, las jóvenes de la Residencia Universitaria de Pamplona,… allí donde iba, dejaba huella. ¡Y qué decir de las madrinas! De todas esas señoras que han hecho mercadillos y colectas para “las niñas de la Hna. Teresa”, y ella nunca quedaba en silencio. Cada madrina tenía la felicitación de su ahijada cada Navidad, muchas madrinas recibían su llamada telefónica y su visita en sus viajes a España. Teresa la “MADRINA” de las madrinas.
Damos gracias a Dios por sus 90 años de vida y 68 de consagración al Señor. Por ese corazón grande que se dio para siempre, que llega ante su Señor lleno de nombres, lleno de flores, lleno de amores.
Oramos por ella, por su familia, por la Provincia de “San Francisco Javier” de la India, donde tantos deseos tenía de vivir y morir, oramos por nosotras para que el ejemplo de entrega de estas hermanas que nos preceden nos capacite para ser cada día más orantes, fraternas y misioneras al estilo de Francisco Palau, al aire fresco y renovado del Carmelo Misionero en la Iglesia.
Madrid 29 de julio de 2022
Hna. Cecilia Andrés
0 comentarios