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Hna Asunción Ochoa de Aspuru Iñiguez de Herencia

«Venid benditos de mi Padre porque tuve hambre y me distéis de beber»

El 28 de marzo de 2018, vísperas del Jueves Santo, Hna Asunción se fue a vivir los misterios de la muerte y resurrección del Señor desde su vida resucitada.

Se fue otra gran mujer, una misionera de cuerpo entero. 

Tenía 74 años de edad y 57 de vida consagrada. Los surcos en su rostro desvelan una vida entregada de principio a fin con aquellos más desfavorecidos y en los lugares más duros y solitarios de Perú y Bolivia.

Hna. Asunción forma parte de aquel grupo de hermanas españolas que en lo mejor de su juventud cogió uno de esos barcos que estaban meses para cruzar el océano, para llegar a la otra orilla. Era una opción fuerte y generosa porque entonces cogieron el barco con la certeza de que no volverían a España.

Nació en Guereñu –  Alava, el 15 de agosto de 1943 y profesó como Carmelita Misionera el 12 de julio de 1960 en Pamplona.

Como Santa Teresa de Jesús, inquieta y andariega, ya en el año 1969 se encontraba en la comunidad “Inmaculada Concepción” de Sicuani, Cusco – Perú.

Luego fue dejando sus huellas de entrega, de servicio y sensibilidad ante la necesidad y sufrimiento de los hermanos y hermanas, en cada destino que asumía:

Chimbote, lugar donde entregó varios años de su vida en el campo de la Educación y es recordada como la hermana recta, arriesgada, intrépida y aquella que lograba lo que se proponía en bien de los más necesitados y vulnerables del pueblo joven

En su paso por Cusco y Quebrada en varias oportunidades eligió atender comunidades campesinas. Compartiendo la fe y  la pobreza de la gente sencilla, ella supo predicar el Evangelio con su vida y testimonio.            

Así la recordaremos siempre en zona de selva con el pueblo peruano y boliviano, amando «hasta el extremo», testigo del amor de un Dios que se da fundamentalmente a los pequeños y desfavorecidos de la tierra.

Querida Hna Ascensión que esas semillas de amor a la Iglesia, a la Congregación y de entrega generosa regadas durante toda tu vida, den fruto haciendo brotar nuevas vocaciones para nuestra querida familia del Carmelo Misionero y así sigamos arraigando en el mundo la comunión.

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