
Cuando decides ir a la India, vas con todas tus fuerzas y motivación de enseñarles y de colaborar en todo lo que tú puedas y sin embargo una vez que vuelves te das cuenta de que en el fondo la que has aprendido has sido tú.
Así nos sentimos nosotras, después de haber tenido la oportunidad de disfrutar de esta experiencia. Después de un mes y medio en la india solo cabe destacar y agradecer a las niñas, la gente del Relwa y las hermanas por lo bien que nos han tratado y por habernos permitido conocer su cultura y su forma de vivir que tanto nos ha hecho reflexionar.
Ver la felicidad que irradia esa gente con tan poco y además te dan todo lo que tienen, ver a niñas de cinco añitos lavándose la ropa y duchándose solitas…son cosas que te tocan el corazón. Te hacen ver la vida con otra perspectiva, te ayudan a valorar lo que tenemos y que a menudo no agradecemos.
Gracias al trabajo de las hermanas las niñas pueden estudiar y tienen la esperanza de un futuro mejor, disfrutan de un techo, baños, comida para todos los días… cosas que aunque para nosotros sean tan básicas, en países como la india todavía no los son.
Por ello cuando echamos la vista atrás y pensamos en nuestra estancia allí solo podemos agradecer y recordar todo lo que aprendimos.
UNA CULTURA TAN POBRE Y RICA A LA VEZ
Lo que más te choca cuando llegas a la india quizás sea la riqueza de su patrimonio combinada con la inmensa suciedad que la rodea. Sin duda es una de las culturas que menos se preocupa por la limpieza y el cuidado de sus ciudades, de sus monumentos e incluso de su propia higiene.
En cuanto a la personalidad de los indios nos ha sorprendido sobre todo su generosidad, que quizás es la palabra que mejor les describa. El hecho de que la gente tenga tan poco y te de lo poco que tiene o lo comparta…te hace pensar y reflexionar sobre que estamos haciendo mal aquí que tanto tenemos y tan avariciosos nos estamos volviendo. Se hace duro ver que todavía existe un sistema de castas, el mísero papel de la mujer o las gigantescas diferencias entre ricos y pobres, los cuales desaparecieron en nuestra sociedad hace siglos. Por eso quizás nuestra mente no llega a entender muchas cosas que ocurren allí.
A menudo esto era lo que más nos costaba asumir. Es difícil cambiar la mentalidad de todo un país, todo proceso necesita un tiempo, pero nuestra presencia y nuestra ayuda allí hace que ese cambio se vaya produciendo, poco a poco y con paciencia.
Una vez aquí no podemos hacer más que agradecer a toda la gente que hace posible que ese proyecto de Gujarat siga adelante y a todos aquellos que han hecho posible que nosotras hayamos tenido la oportunidad de vivirlo en primera persona. Gracias de corazón.
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