
Chus Mallada y Charo Solano
El 14/07/2015, mi amiga Charo y yo embarcamos rumbo a Perú cuyo destino final era Nueva Lima, pequeño pueblo situado en el Norte de Perú en la región de San Martin. Los peruanos dicen que en Perú hay tres regiones, playa, sierra y selva y las formas de vida y carácter de sus gentes, son muy diferentes.
Nosotros fuimos a pasar dos meses y no sabíamos muy bien en qué iba a consistir nuestro trabajo, teníamos una ligera idea de que había un proyecto para ayudar a mujeres en la formación de sus pequeñas empresas. Al llegar nos vino a recoger al aeropuerto la Hna Charo Raffo y tras unos 40 km de camino llegamos a Nueva lima.
Charo es fisioterapeuta y yo enfermera, no sabíamos que podíamos hacer directamente en el Proyecto de “Mujeres emprendedoras”. Como la población, en su mayoría, son agricultores pensamos que podíamos ayudarles con sus problemas musculares, de columna y todo lo relacionado con la fisioterapia.
Preparamos un programa que titulamos “Espalda Sana” y consistía en una tabla de estiramientos, relajación y corrección postural.
Por megafonía reunimos a todo el mundo que quisiera venir para que lo aprendieran muy bien y cuando nos fuéramos ellos solos supieran corregir las molestias y dolores que se producen, sobre todo a ciertas edades.
La asistencia era irregular. Impartíamos la formación dos veces por semana y por lo menos conseguimos que una alumna aventajada y con mucho interés, aprendiera a hacerlos correctamente y pudiera seguir con esta terapia cuando ya no estuviéramos nosotras.
Conocimos dos niñas nacidas con parálisis cerebral y una de ellas con ciega.
La primera tenía tres años. Sus padres la cuidaban muy bien pero no sabían como. Tan pronto se enteraron que había dos españolas una fisio y otra enfermera se pusieron en nuestras manos y realmente el trabajo que hicimos con ella, sobre todo Charo fue espectacular. La niña ni siquiera se mantenía sentada, solo tomaba leche, apenas hablaba,… y en menos de dos meses, trabajándola todos los días consiguió que se sentara, se volteara y casi se pusiera de pié. Conseguimos que comiera de todo como sus hermanos, se reía,… y a nuestro regreso sus padres ya tenían una idea más clara de lo que debían hacer. Sólo por esto mereció la pena ir allí.
El paisaje de esta región es muy bonito y sus gentes muy cariñosas. Todos los días nos dábamos un paseo hasta el rio Biavo (una hora y cuarto). No podíamos salir antes de las cinco porque hace un calor de 40º y una humedad casi 90%, a las 18,30 h ya empieza a anochecer.
Visitamos con las hermanas algunas comunidades cristianas en los pequeños pueblos y conocimos los “botiquines”, donde puede adquirir medicamentos y medir la tensión la población a la que no llega la asistencia médica.
Ya casi al término de nuestra estancia, conocimos a presidenta de las mujeres empresarias. Ellas confeccionan pijamas, bolsos, carteras… Conocimos su taller e hicimos fotos de lo que confeccionaban; les propusimos hacer una página web para que pudieran venderlo por internet pero no llegamos a ponerlo en marcha.
Para mí esta experiencia fue mucho menos dura que la de África donde estuve el pasado año, pero también mucho menos gratificante, aunque conocer nuevos lugares, gentes y culturas, siempre es una experiencia positiva.
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